(Nombre)

Tiene una melena tupida que rodea unos labios llenos y carnosos. Muchos conocen esos labios que pronuncian discursos sobre la multitud en días de fiesta. Y son los mismos labios que aparecen en la TV o que vociferan en la radio todos los Sábados de 4 a 6. Siempre falto de tiempo, su mirada nerviosa se posa sobre las cosas sin fijarse en nada. Escucha sin escuchar y responde, ante el asombro del que habla, con perfecto conocimiento del tema de la conversación.
Prefiere los días nublados a las tardes de sol. Se le ve trabajar, escribiendo memorandos o atendiendo alguna embajada sentado frente al escritorio de su despacho. Encuentra particularmente placenteros los días en que, cuando el clima lo permite, puede ver el agua caer sobre las hojas del jardín de palacio.
Diez años atrás; cuando muró su madre, plantó una jacaranda frente a esa ventana. El árbol desborda de flores rojas en los meses de Junio a Agosto. Nunca le han gustado sus frutos largos y oscuros. Los manda podar tan pronto aparecen. Cuando la señora Mercedes Sosa murió decretó un día de luto nacional. Todas las banderas ondearon a media asta y la tropa desfiló por las calles a marcha de tambores y trompetas. En Panamá no cae nieve y las montañas se elevan apenas en suaves promontorios sobre el nivel de la costa. A (Nombre) le place cambiar esos veranos eternos por el dulce frescor de las nieves Alpinas. Es un esquiador de piés hábiles y mente ágil. Solo se ha roto la clavícula y el fémur en un accidente de poca importancia. Lo cual es impresionante si se considera que es un asiduo visitante de las pendientes heladas de las montañas Suizas.
Es moreno de tez, corto de estatura y de melena abundante. Mitad indio, mitad criollo. De sus ancestros mantiene una sola foto en su estudio, la del abuelo sevillano que habiendo despertado en medio de un sopor enfiebrecido cruzó el mar y murió ahogado en el limo verdoso del recién inaugurado canal de Panamá.
Prefiere se le fotografie en posiciones halagadoras que no revelen o hagan patente los centímetros que no tiene. Usa para ese efecto unos zapatos que él llama “gordos”, pero que no son sino un par de botas altas cuyo efecto es el de reducir ese débito constante que tiene con el creador. Nunca nadie ha hecho un comentario; burlesco o halagador, o tomado fotografía alguna de sus botas “gordas” porque ninguno quiere revivir la historia de Daniel Gutiérrez, su ex-secretario de hacienda.
A Daniel lo conoció en el colegio. Eran amigos, compadres del barrio. Crecieron juntos, bañándose en el río y ahogando tortugas a pedradas entre los juncos. (Nombre) mandó asesinar a Daniel Gutiérrez un martes 2 de Octubre. Lo agarraron esa mañana con el rosa del afeitado aún vivo sobre la cara. Lo fusilaron una hora más tarde y lo enterraron, envuelto en la bata de baño en que lo habían encontrado. (Nombre) no quiso ver el cuerpo. Le informaron de la muerte a las 2:31 pm del mismo día. Miró por sobre la sopa la cara de sapo constriñido del General Almeida y siguió comiendo. “Buen trabajo” dijo.

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